¡Complíquense la vida, pero con un propósito!
Complícate la vida. Y mañana, a las seis o a las ocho, cuando debas presentar tu reporte de guardia, vuelve a casa y di: “Me he complicado la vida”, pero con un propósito.
Si no quieres simplificarte la vida, puedes, no obstante, complicártela. Te daré algunas recetas para empezar a complicarte la vida desde ya. Bien, baja las escaleras y sal a la calle. Pregunta, luego, en dónde queda el hospital. Dirígete a aquel lugar. Al llegar, pregúntale al médico de turno en dónde está la sala de reanimación, el pabellón de los pacientes en estado grave. Ya allí, que te muestren las enfermeras cuáles pacientes no tienen a nadie que pregunte por ellos, cuántos necesitan una máscara de oxígeno para poder respirar, cuántos se hallan en estado de coma, cuántos han muerto sin que nadie encienda una vela por ellos... Complícate la vida. Y mañana, a las seis o a las ocho, cuando debas presentar tu reporte de guardia, vuelve a casa y di: “Me he complicado la vida”, pero con un propósito.
(Traducido de: Preot Nicolae Tănase, Să nu-L răstignim iarăşi pe Hristos, Editura Agaton, Făgăraș, 2011, p. 152)