¡Con la ayuda y la misericordia de Dios, nos veremos en la vida eterna!
‟Una vez me vieron llegar, todos celebraron mi salvación; salieron a mi encuentro, me abrazaron y empezaron a alabar al Señor por haberme librado de las trampas del maligno”.
He aquí cómo relata la feliz Teodora su entrada al Paraíso: ‟Una vez me vieron llegar, todos celebraron mi salvación; salieron a mi encuentro, me abrazaron y empezaron a alabar al Señor por haberme librado de las trampas del maligno”. (Vida de San Basilio el Nuevo, 26 de marzo)
San Pimeno el Grande le dijo a su anciana madre, quien demandaba verlo con regularidad: “¿Quieres vernos (a tus hijos) en esta vida, o en la vida eterna?”. Y ella respondió: “Si no los veo aquí, ¿puedo estar segura de que los veré en la vida eterna?”. Y él dijo: “Si decides no volver a vernos aquí, con certeza nos verás allá arriba”.
Un día, viéndose enfermo, el abbá José envió a su discípulo a buscar al anciano Teodoro, para decirle lo siguiente: “Ven a visitarme, para que pueda verte antes de morir”. Pero el anciano no vino, sino que le transmitió esta respuesta: “Si al llegar el sábado aún vives, iré a verte. Si no, nos veremos en la vida eterna”. (Paterikón)
(Traducido de: Părintele Mitrofan, Viața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă–Neamț, 2010, p. 431)