¡Concédenos, Señor, vivir con Tus santos, en Tu gloria eterna!
El sol es todo regocijo, vida, luz… pero la luz del rostro de Dios, de la cual se gozan los ángeles y las almas de los justos, rebosa infinitamente mucha más alegría, más vida, más resplandor.
Nos encanta y nos alegramos cada vez que hace bien tiempo, cuando el cielo está despejado y hay calor; nos gusta que el clima sea agradable, y por eso hablamos de él y lo elogiamos. Sin embargo, en las moradas celestiales, donde están los santos y los ángeles, la luz, el aire fresco y todo lo que hay es agradable, hermoso. Entonces ¿por qué no nos gusta hablar de esos lugares, ni de la vida y la felicidad eternas?
El sol es todo regocijo, vida, luz… pero la luz del rostro de Dios, de la cual se gozan los ángeles y las almas de los justos, rebosa infinitamente mucha más alegría, más vida, más resplandor. ¡Concédenos, Señor, vivir con Tus santos, en Tu gloria eterna! ¡Salva a Tu pueblo y bendice Tu heredad, redímenos y danos la felicidad de la eternidad!
(Traducido de: Sfântul Ioan de Kronstadt, Viața mea în Hristos, Editura Sophia, București, 2005, p. 137)