Confiar solamente en Dios
No confíes en la fascinación de las pasiones ni en la fuerza de tus virtudes, porque basta un instante para perderlo todo. No mires atrás, sino siempre hacia adelante. Todo lo que tienes proviene de Dios, y en Sus manos está quitártelo.
Actúa y trabaja, pero no pienses en los frutos de tu acción. El fruto es el don de Dios por tu tesón, pero cómo y cuándo darlo es cosa Suya, porque Él es el Dador. Por eso, hagas lo que hagas, no digas “he llegado ya” o “llegaré”, sino “si llego…”.
El navegante, cuando ha recorrido tres cuartos de su trayecto, sabe que aún no ha llegado a su destino, y no se atreve a afirmar que llegará. También tú, hermano, jamás consideres que ya has llegado, sino que sigue pensando que aún te hallas en plena búsqueda. No confíes en la fascinación de las pasiones ni en la fuerza de tus virtudes, porque basta un instante para perderlo todo. No mires atrás, sino siempre hacia adelante. Todo lo que tienes proviene de Dios, y en Sus manos está quitártelo.
Por eso, no des nada por seguro, más bien ora: “¡Señor, ten piedad de mí! ¡Oh, Todopoderoso, protégeme!”.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Viaţa lăuntrică, Editura Sophia, București, 2000, p. 93)