¡Contigo todo lo puedo, Señor!
Mantengámonos en Cristo y, con Él, podremos todo. Esto es lo que dice el Apóstol: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, y sin Él, nada”.
Hazte la Señal de la Cruz cuando salgas a trabajar. Cuando regreses, también. Cuando te sientes a comer, ora; cuando te levantes, ora. Y si la oración pura es quien guía nuestra vida, podremos decir que esta se asemeja, al menos en dicho aspecto, a la de la Santísima Madre de Dios en el Tabernáculo. Viviremos, así, con la mente dirigida a Dios, y se nos dirá, en el Día del Juicio, que hemos elegido la parte buena.
Que nuestra labor sea tan sencilla, que no consiga apartar nuestra mente de la oración y del pensamiento dirigido a Dios. En nuestras actividades en el campo, o en la fábrica, en la oficina o en cualquier otro lugar, mantengamos a Dios en el centro de nuestra mente.
Mantengámonos en Cristo y, con Él, podremos todo. Esto es lo que dice el Apóstol: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, y sin Él, nada”.
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 241)