Creer en Dios y buscarlo
El hombre tiene que salir solo al encuentro de Dios; para esto, tiene que renunciar a sus malos hábitos, por amor al Señor.
Todos creen en algo. Hay unos que creen que Dios existe, y hay otros que creen que no existe. Para librarse de esa incredulidad, el interior del hombre debe cultivar una auténtica vida moral. El hombre tiene que arrepentirse, porque, cuando se arrepienta y ore con sinceridad, podrá sentir al Señor a su lado o incluso en su interior. A partir de ese momento, el hombre no volverá a dudar más de la existencia de Dios y del hecho que Él vive en su interior: “Bienaventurados los puros de corazón, porque esos verán a Dios” (Mateo 5, 8), nos dice Cristo Mismo.
La fe es un don divino. Cristo dice: “Nadie viene a Mí, si no lo trae el Padre”. El hombre tiene que salir solo al encuentro de Dios; para esto, tiene que renunciar a sus malos hábitos, por amor al Señor. Solo entonces el Señor se le acercará y el hombre estará con Él. Pero, recordemos: el Señor no nos deja jamás, sino que somos nosotros quienes lo abandonamos. Nuestra alma no se arrepiente, es pecadora y viciosa, vive en la oscuridad, por eso es que no puede ver ni sentir a Dios. Luego, lo primero que hay que hacer es purificar el alma.
(Traducido de: Îndrumar creștin pentru vremurile de azi. Convorbiri cu Părintele Ambrozie, volumul I, Editura Sophia/ Cartea Ortodoxă, București, 2008, pp. 58-59)