Palabras de espiritualidad

¡Cristo nace, glorificadlo!

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

¡Cuando tienes a Cristo de tu parte, no puedes sino salir a Su encuentro! ¡No puedes sino alegrarte y resplandecer!

El siguiente texto pertenece al padre Teófilo (Teofil) Părăian, y es un fragmento de una homilía en el domingo anterior a la Natividad del Señor:

«Antes de la Fiesta de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo, durante seis semanas, en los días más importantes, escuchamos este llamado:

¡Cristo nace, glorificadlo! 

¡Cristo viene desde el Cielo, salid a Su encuentro!

¡Cristo viene al mundo, regocijaos! 

¡Todo el mundo cante al Señor y que los pueblos lo alaben, porque ha sido exaltado!

Estas palabras, como todas las demás en los oficios litúrgicos, no solamente tienen el objetivo de cumplir con un orden, una disposición anterior, para decirlo de alguna manera, de crear una atmósfera determinada y un estado mental específico, para llevar a cabo un rito solemne. Su propósito esencial es transformar para bien nuestro pensamiento, nuestros sentimientos y toda nuestra vida espiritual.

(…)

Cuando respondemos “Amén” a estas palabras, damos testimonio de que participamos del pensamiento de aquel que desea que el Nombre de Dios sea exaltado en todo momento. Luego, “¡Cristo nace, glorificadlo!” es lo que tenemos que hacer, exaltarlo en todo momento, porque nació entre nosotros y por nosotros, para darnos la salvación».

Padre Constantin Necula: «Es importante señalar que se trata de un texto de San Gregorio, una homilía muy conocida en sus tiempos, sobre la Natividad de nuestro Señor Jesucristo. No está de más anotar que, en boca de un padre tan virtuoso y santificado, como lo es el padre Teófilo, esas palabras suenan aun mejor que si hubieran salido de labios de algún pecador de entre nosotros.

Por otra parte, tenemos que entender que son unas palabras de oro de nuestra Iglesia, en estos tiempos de tanta alienación. Porque, finalmente, “¡Cristo nace, glorificadlo! ¡Cristo viene desde el Cielo, salid a Su encuentro!” significa que, por sí misma, la Navidad no es solamente una zona de espera, una zona gris, sino una zona de interferencia, de encuentro con Cristo, porque este Cristo —el Niñito de Belén, Quien nace por nosotros— no ha venido solamente a cambiar algo exterior de nosotros, como nuestros vestidos y lo que comemos, sino nuestra misma razón de ser. ¡Cuando tienes a Cristo de tu parte, no puedes sino salir a Su encuentro! ¡No puedes sino alegrarte y resplandecer!».

(Traducido de: Părintele Constantin NeculaAlexandru RusuFarmacia de cuvinte, Editura Agnos, Sibiu, 2014, pp. 206-207)