Cristo, nuestro preceptor en el camino del bien
La renuncia a uno mismo, la buena disposición de estar siempre decididos a ayudar a los demás, aprender a dejar todo en manos de Dios, además de la práctica constante de la oración, son aspectos que enriquecen nuestra vida espiritual.
Que no se nos olvide que el preceptor de todo bien es el Señor, nuestro Salvador. Si nos entregamos a Él con toda el alma, Él Mismo nos enseñará —o por medio de alguno de Sus ángeles— todo el conocimiento del cristianismo. La renuncia a uno mismo, la buena disposición de estar siempre decididos a ayudar a los demás, aprender a dejar todo en manos de Dios, además de la práctica constante de la oración, son aspectos que enriquecen nuestra vida espiritual.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Rugăciunea, Editura Egumenița, 2008, p. 49)