La Iglesia Ortodoxa, como Cuerpo de Cristo, es un espacio de sanación espiritual y un centro de desintoxicación para salir de la influencia de los demonios, ya que, de acuerdo a San Juan el Teólogo, Cristo, Dios-Hombre, vino al mundo “para destruir las cosas del maligno” (I Juan 3, 8).

El objetivo principal de la Iglesia no es un trabajo de asistencia social —que también es un campo importante para Ella—, sino la salvación de los fieles, “por quienes Cristo murió” (Romanos 14, 15), con su participación en los Sacramentos. En las distintas religiones hay teorías y prácticas para aplacar a la divinidad. Sin embargo, ontológicamente, sólo Cristo otorga el perdón de los pecados y la deificación de la naturaleza humana.

(Traducido de: Arhimandrit Atanasie Anastasiou, Spovedania - Îndrumar, Editura Sophia, Bucureşti 2004, p. 10)