El más antiguo período de ayuno de la historia de la Iglesia, la Semana Santa —o Semana Mayor—, es el tiempo comprendido entre el Domingo de Ramos y el Sábado Santo, inclusive. La característica esencial de esta semana son los Oficios, que consisten en los Maitines del día siguiente, oficiados en las vísperas, por la tarde-noche. La palabra “denie” (que en el idioma rumano se utiliza para definir a estos oficios) viene del término eslavo “bdenie” , que significa vigilia o servicio nocturno.

Así, de acuerdo al Sinaxario del Tríodo, en cada día de la Semana Mayor recordamos y volvemos a vivir los últimos días de nuestro Señor:

• Lunes Santo. Nos lleva ante el ícono del joven José, quien fuera vendido por sus hermanos en Egipto. El relato de su vida, en el culto litúrgico, es la anticipación del Sacrificio del Salvador Jesucristo, Quien fue vendido por Judas.

• Martes Santo. Este día se lee la Parábola de las Diez Vírgenes. Se trata de un relato que tiene como propósito mantener despierto en nosotros el deber de vivir permanentemente en Cristo.

• Miércoles Santo. Recordamos a aquella mujer pecadora que lavó los pies del Señor con sus lágrimas y después los ungió con perfume, como símbolo de la verdadera contrición y redención del pecador.

• Jueves Santo. Es un día dedicado a recordar cuatro sucesos fundamentales en la vida del Señor: el momento en que lavó los pies a Sus discípulos, como ejemplo de humildad; la Última Cena, momento en el cual el Señor instituyó el Sacramento de la Eucaristía; la Oración Sacerdotal y el comienzo de Su Pasión, al ser vendido.

• Viernes Santo. Se conmemora la “Santa, Salvadora y Sobrecogedora Pasión de nuestro Señor, Dios y Redentor, Jesucristo”.

• Sábado Santo. Recordamos el entierro de nuestro Señor Jesucristo y Su descenso a los infiernos.