¿Cuál es la luz que nos guía en esta vida?
¿Es nuestro deber analizarnos y descubrir qué luz guía nuestra vida? No importa qué clase de luz sea, si no es la que viene de Cristo, entonces no es más que oscuridad para nuestra salvación, o algo incluso peor que la oscuridad.
La luz de Cristo nos alumbra a todos. Por eso, nos dice la misma Santa Iglesia, todos y cada uno de nosotros debemos andar en la luz y convertir todo en luz. El pobre pagano podría decir que desconocía como comportarse en este mundo, porque nunca tuvo en sus manos los Santos Evangelios; el cristiano, sin embargo, no tiene excusa. La luz de Cristo alumbró todo para él, le mostró su propia pobreza personal y la riqueza de la piedad de Dios hacia él. Le muestra también nuestro estado anterior en el Paraíso y nuestro estado futuro en el Reino de los Cielos; el camino angosto, que lleva a la vida eterna y el camino ancho, que lleva a la perdición. De la misma forma, nos muestra el poder de la Cruz de Cristo y la necesidad que cada uno tiene de cargar con la suya propia. Todo es luminoso, visible para todos y para siempre. Por eso todos deben andar en la luz, evitando lo que es de la oscuridad y no caer en el sueño de la indiferencia…
Dicho esto, ¿es nuestro deber analizarnos y descubrir qué luz guía nuestra vida? No importa qué clase de luz sea, si no es la que viene de Cristo, entonces no es más que oscuridad para nuestra salvación, o algo incluso peor que la oscuridad. Porque el que ha quedado súbitamente a oscuras, o se detiene inmediatamente, o camina lentamente y a tientas, intentando encontrar nuevamente la luz. Así como en el mundo de los sentidos el sol es sólo uno y no hay otra luz fuera de la suya, así también en el mundo espiritual existe una sola luz verdadera y dadora de vida: nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien se debe toda gloria y honor, por los siglos de los siglos. Amén.
(Traducido de: Nicodim Patriarhul României, Cinci mărgăritare – din comoara Arhiepiscopului Inochentie de Odesa, ediţia III, Editura şi tiparul Sfintei Mănăstiri Neamţ, pp. 10-12)