Palabras de espiritualidad

Cuando Dios nos manifiesta Su amor, esperando que nos pongamos en marcha hacia la salvación…

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Si en el Cielo hay una gran alegría cuando un pecador se convierte, ¿quién podría creer que nuestro Bondadoso Dios desea arrojar al tormento eterno a aquel que se arrepiente con todo el corazón, pidiéndole Su misericordia y perdón?

En la Iglesia Ortodoxa no existe la predestinación de arriba hacia abajo, sino que depende enteramente de la buena voluntad del hombre.

Dios no salva al hombre sin el hombre. Esta verdad nos la demuestra también el gran profeta Isaías: “Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve; si fueren rojos cual la púrpura, se volverán como la lana. Si sois sumisos y obedientes, comeréis los frutos del país; pero si resistís y os rebeláis, seréis devorados por la espada. Lo ha dicho el Señor” (Isaías 1, 18-20).

Si en el Cielo hay una gran alegría cuando un pecador se convierte, ¿quién podría creer que nuestro Bondadoso Dios desea arrojar al tormento eterno a aquel que se arrepiente con todo el corazón, pidiéndole Su misericordia y perdón? ¿Quién, en su sano juicio, podría pensar algo así?

(Traducido de: Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie. O sinteză a gândirii Părintelui Cleopa în 1670 de capete, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 214)