Cuando Dios nos rodea con Su amor
¿Cómo empezar, entonces? El primer paso es la contrición, que nos ofrece los trabajos purificadores del ascetismo. A medida que nos vamos purificando, nuestro corazón se fortalece en el amor a Dios.
Cuando alguien ama a Dios, no tiene que llamar a ese amor “contemplativo” o “ideal”. Dios antecede a nuestro amor y abarca todo en el Suyo… Es un amor que nos rodea por todas partes. Si no sentimos sus rayos calentándonos, es por la petrificación de nuestros sentidos. Pero basta con que el alma se libere lo más que pueda de esas ataduras y renuncie a todo por Dios, y Él entrará en su interior… y se mantendrá en comunión con ella, de tal forma que esta se despierte restaurada y llena de vida.
De esta fuente brotará después el amor y la compasión por los demás, y la perfección personal. ¿Cómo empezar, entonces? El primer paso es la contrición, que nos ofrece los trabajos purificadores del ascetismo. A medida que nos vamos purificando, nuestro corazón se fortalece en el amor a Dios. Un corazón totalmente puro está lleno de amor por Dios. Es muy lamentable que nuestros filósofos hayan convertido a Dios en una idea, olvidándose de que el hombre es una criatura pecadora. Y no podemos restaurarnos, si no es por medio de nuestro Señor Jesucristo y Su Santa Iglesia.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Învățături și scrisori despre viața creștină, traducere de Elena Dulgheru și Richard Sârbu, Editura Sofia, București, p. 12)