Cuando el hombre renuncia a su vida de pecado, a pesar de la incomprensión de quienes le rodean…
Tu casa se ha elevado hasta el Cielo, se ha convertido en el escenario del drama del Evangelio, se ha acercado a los tiempos de los apóstoles y los mártires. La historia de Iglesia cristiana se desarrolla, a menor escala, en tu hogar.
«Antes de que empezaras a practicar la oración, toda la gente te apreciaba. Pero, ahora, estar en tu propia casa se ha convertido para ti en algo semejante a hallarte en un campamento enemigo. Antes, fumabas, bebías, hurtabas, insultabas y vivías en la peor de las desidias, haciendo solamente todo lo que le desagrada a Dios. Y, sin embargo, todos en tu casa te elogiaban y te demostraban su afecto.
Pero, ahora, cuando has empezado a seguir el camino correcto, que es el de la justicia, el fervor y la oración, todos se abalanzan sobre ti como si fueran un enjambre de avispas.
¡Regocíjate, hermano, cien veces, regocíjate! ¿No ves que en tu hogar se está representando el drama del Evangelio? En la misma casa donde hasta ahora solo se hablaba de impuestos y pobreza, de ladrones, estafadores y jueces, en esa misma casa se han empezado a cumplir las profecías evangélicas. Tu casa se ha elevado hasta el Cielo, se ha convertido en el escenario del drama del Evangelio, se ha acercado a los tiempos de los apóstoles y los mártires. La historia de Iglesia cristiana se desarrolla, a menor escala, en tu hogar. Estas son las profecías de Cristo, que, hasta ahora, se han cumplido un sinfín de veces en este planeta, y que ahora han empezado a hacerse realidad en tu propia casa. “Todos os aborrecerán por causa mía, pero el que persevere hasta el fin se salvará” (Mateo 10, 22). “De suerte que los enemigos del hombre son los de su propia casa” (10, 36). “Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, pues seréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados seréis si os odian los hombres, si os expulsan, os insultan y proscriben vuestro nombre como infame por causa del hijo del hombre” (Lucas 6, 21-22). “Así también, vosotros estáis ahora tristes; pero yo os veré otra vez, y vuestro corazón se alegrará y nadie os quitará ya vuestra alegría”. (Juan 16, 20).
¿Hay algo más claro que estas profecías? ¡Y ahora mismo se están cumpliendo en tu casa! Así, acepta todas las ofensas como si fueran medallas y condecoraciones. Debes saber que quienes ahora te persiguen se arrepentirán; quienes se burlan de ti callarán, y tú te alegrarás. Hoy, eres el último en la casa de tus padres, pero pronto serás el primero. Y quienes te persiguen te servirán a ti. Esto es algo concreto, preciso, y se ha hecho realidad miles de veces, en miles de lugares. ¡Recibe la paz y la bendición del Señor!».
(Traducido de: Episcopul Nicolae Velimirovici, Răspunsuri la întrebări ale lumii de astăzi, volumul I, Editura Sophia, București, 2002, pp. 158-159)