Cuando el hombre sabotea su propio crecimiento espiritual
“Dios se oculta en Sus Mandamientos”, dicen los Padres (San Marcos el Asceta) y se revela en la medida en que los cumplimos.
El espíritu de la desidia no consiste en una simple dejadez física. Desde el principio, al hombre se le preceptuó que trabajara; el trabajo es una necesidad natural, para poder obtener lo necesario para la existencia: alimento, vivienda, abrigo.
San Efrén habla de una desidia mucho más perniciosa: la que lleva al hombre a dejar de cumplir los mandamientos de Dios. “Dios se oculta en Sus Mandamientos”, dicen los Padres (San Marcos el Asceta) y se revela en la medida en que los cumplimos.
Así pues, el cumplimiento de los mandamientos es la condición para el crecimiento del hombre nuevo, para alcanzar la semejanza con Dios. Cada individuo está llamado a hacerse santo, a hacerse Dios por medio de la Gracia. Y si no todos llegan a ese nivel, es debido a la dejadez, a la pereza, que es contraria al crecimiento espiritual del hombre, porque es el rechazo al progreso propio, es limitarse a la imperfección.
(Traducido de: Ieromonahul Petroniu Tănase, Chemarea Sfintei Ortodoxii, Editura Bizantină, București, 2006, p. 68)