Cuando la mente y el corazón se unen para orar…
Si en el corazón no hay más maldad, el maligno y sus huestes rechazan seguir viviendo en él.
Si el corazón se une con la mente en la labor de la oración, entonces, la lucha por medio de las pasiones deviene en algo muy difícil para el demonio, porque la mente actúa con fuerza y determinación —en armonía con el corazón—, destruyendo con la Gracia todas las artimañas del enemigo.
Con esto, la mente, con la atención que posee, penetra hasta los cimientos del pecado y las raíces de la maldad, hiriendo de muerte al demonio en la cabeza. Hay también una ley, según la cual, las raíces de las pasiones, al ser descubiertas en el corazón, quedan destruidas en el acto. Y cuando en el corazón no hay más maldad, el maligno y sus huestes rechazan seguir viviendo en él. En tanto el maligno y las pasiones moren en el corazón, seguirá atacando la mente y matando el alma, con todo y sus virtudes.
(Traducido de: Arhiepiscopul Antonie de Golânsk și Mihailovsc, Calea rugăciunii lăuntrice, Manualul isihiei, Editura Bunavestire, Galați, 2003, p. 43)