¿Cuánto demoramos en responderle al Señor?
Él espera y espera… y, si tardas demasiado, se levanta y se va.
Refiriéndose al hombre que suele olvidarse de Dios, por estar todo el tiempo ocupado, el anciano Anfiloquio de Patmos decía: “A menudo, Cristo viene y llama a tu puerta. ¿Y qué haces tú? Le pides que se siente en el vestíbulo de tu alma y, absorbido por tus actividades y preocupaciones, te olvidas de tu Divino visitante. Él espera y espera… y, si tardas demasiado, se levanta y se va. A veces sucede que, por estar tan ocupado, en vez de abrirle la puerta le respondes desde la ventana… ¡Ni siquiera te tomas un tiempo para abrirle la puerta!”.
(Traducido de: Andrei Andreicuț, Mai putem trăi frumos? Pledoarie pentru o viaţă morală curată, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 37)