Cultivando la paciencia en las tentaciones
¡Seré feliz, si en medio del fuego de las aflicciones me enciendo con el anhelo de sufrir tormentos aún más grandes!
Tengamos a la mano textos y palabras que nos ayuden a cultivar la virtud que nos interesa, para utilizarlos, repitiéndolos todo el día, especialmente cuando nos ataque lo que es contrario a la virtud que buscamos.
Por ejemplo, si nos esforzamos en cultivar la paciencia, podemos repetir estas palabras y otras semejantes: “El que tarda en enojarse muestra gran inteligencia, el iracundo pone de manifiesto su necedad” (Proverbios 14, 31).
En los Salmos (9, 18): “No se pierde por siempre la esperanza de los desdichados”; “¡Ay de aquellos que pierdan la paciencia!” (Sirácides 2, 15); “Más vale el hombre paciente que el poderoso” (Proverbios 16, 34);
“El que sabe controlar su ira es más bueno que el que conquista una ciudad”. “Por vuestra paciencia os ganaréis vuestras almas” (Lucas 21, 19);
“Con paciencia corramos a la lucha que se nos presenta” (Hebreos 12); “Tenemos por dichosos a los que fueron pacientes” (Santiago 5, 11); “Dichoso el hombre que sabe enfrentar la tentación con paciencia” (1, 12); “Que vuestra paciencia sea perfecta; necesitáis la paciencia” (1, 4 y 10, 36).
Entonces, es recomendable pronunciar esta pequeña oración: “¡Oh, Dios mío! ¿Cuándo podrá mi corazón utilizar el arma de la paciencia? ¿Cuándo enfrentaré la tentación sin perturbar mi corazón, para alegrar a mi Dios? ¡Oh, amados sufrimientos míos, que me hacen semejante mi Señor Jesucristo, que tanto sufrió por mí! ¡Oh, Jesús, única vida de mi alma! ¿Acaso lograré tener sosiego entre miles de sufrimientos por tu grandeza? ¡Seré feliz, si en medio del fuego de las aflicciones me enciendo con el anhelo de sufrir tormentos aún más grandes!”.
(Traducido de: Nicodim Aghioritul, Războiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, p. 128)