Palabras de espiritualidad

Dar a los demás, sí, pero con amor

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

“Antes de ayudar a quien te lo pide, míralo con ojos de alegría y consuélalo en su aflicción con palabras llenas de bondad”.

Tenemos que ser misericordiosos con los pobres y con los que están enfrentando alguna tristeza. Los Padres de la Iglesia recalcaban la importancia de este deber de cada cristiano.

Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para cumplir con este mandato divino: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6, 36) y “Misericordia quiero y no sacrificios” (Mateo 9, 13).

Los sabios prestan atención a estas palabras, mientras los insensatos permanecen insensibles ante ellas. Por eso, así será su recompensa, porque está escrito: “El que siembra con mezquindad, con mezquindad cosechará; y el que siembra con abundancia cosechará abundantemente.” (II Corintios 9, 6).

El ejemplo de San Pedro el Misericordioso (conocido también como “el Publicano”) nos invita a ser compasivos con nuestros hermanos más necesitados. San Pedro, por un trozo de pan ofrecido a un pobre, recibió el perdón de todos sus pecados, como se le mostró en una visión. Hasta el más ínfimo acto de caridad tiene un gran peso en nuestro camino para ganarnos el Reino de Dios.

Pero, atención: nuestra caridad debe ser practicada con todo el corazón, como nos lo enseña San Isaac el Sirio: “Antes de ayudar a quien te lo pide, míralo con ojos de alegría y consuélalo en su aflicción con palabras llenas de bondad.

(Traducido de: Un serafim printre oameni ‒ Sfântul Serafim de Sarov, traducere de Cristian Spătărelu, Editura Egumenița, 2005, p. 339)