Palabras de espiritualidad

De cómo debe ser la comunicación entre esposos

    • Foto: Benedict Both

      Foto: Benedict Both

En nuestro interior hay un mecanismo de autodefensa que se enciende cada vez que alguien nos ofende.

El sadismo, como sabemos bien, es siempre malo. Una de sus formas más graves, es cuando les reprochamos a los demás cosas que no podrían cambiar de ninguna manera. Hasta la más leve crítica debe hacerse con cierta diplomacia. Si la haces con enojo, es posible que determines al otro a reaccionar de una forma que no le ayude y que hasta podría perjudicarle. En nuestro interior hay un mecanismo de autodefensa que se enciende cada vez que alguien nos ofende. Muchos hombres toman lecciones de autocontrol de sus esposas. Si la mujer consigue controlar su lengua, es posible que su marido salga de la discusión y no olvide jamás la lección que le acaba de dar su extraordinria esposa con su silencio.

Otra “arma” que hay que destruir son esas palabras —tristemente utilizadas con demasiada frecuencia—, que, pronunciadas con desprecio, provocan un daño tremendo. Expresiones como “nunca”, “todo el tiempo”, “nunca vienes temprano a casa” o “todo el tiempo les das la prioridad a los niños” hacen que surjan verdaderos incendios, que luego requerirán de mucho esfuerzo y tiempo para extinguirse. Una pareja muy juiciosa que conozco, decidió borrar esas expresiones del lenguaje de sus discusiones. Luego, que cada matrimonio se apresure en descubrir esas palabras que causan “incendios” en sus controversias.

(Traducido de: Charlie W. Shedd, Scrisori Caterinei, Editura Bizantină, Bucureşti, p. 72)