Palabras de espiritualidad

De cómo la oración de San Atanasio avergonzó al demonio y lo hizo huir

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Admirados por lo que acababan de vivir, los trabajadores se postraron de rodillas y le pidieron a San Atanasio que los hiciera monjes y los recibiera en el monasterio.

Cuando San Atanasio empezó a construir la iglesia principal del monasterio —que se conserva aún hoy—, el demonio lanzó un ataque furibundo en su contra, paralizando las manos de obreros y albañiles. ¡No podían moverlas, ni para llevarse un trozo de pan a la boca! Así que San Atanasio leyó el Himno Trisagio (“Santo Dios, Santo Fuerte…”) e inmediatamente las manos de todos quedarón libres de lo que las mantenía como atadas. El mismo San Atanasio tomó una pala y empezó a cavar en la tierra, y después pidió que los demás lo secundaan. Y el trabajo comenzó a fluir sin mayor interrupción. Admirados por lo que acababan de vivir, los trabajadores se postraron de rodillas y le pidieron a San Atanasio que los hiciera monjes y los recibiera en el monasterio.

Así, el demonio tuvo que huir avergonzado, porque no logró detener la construcción de aquel monasterio, mismo que habría de convertirs en el primer bastión de la Ortodoxia y la ascesis en el Santo Monte, el jardín de la Madre del Señor.

(Traducido de: Arhimandritul Ioannikios, Patericul atonit, traducere de Anca Dobrin și Maria Ciobanu, Editura Bunavestire, Bacău, 2000, p. 162)