Palabras de espiritualidad

De cómo responde la Madre del Señor a nuestras plegarias

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

¡Qué Madre tenemos! ¡Cuidar de nosotros hasta en las cosas más insignificantes! ¿Saben lo que significa esto? 

Padre ¿por qué a veces la Madre del Señor me da inmediatamente lo que le pido, y otras veces no?

—Cuando realmente necesitamos lo que le pedimos, la Madre el Señor nos responde inmediatamente. Pero, cuando observa que no es necesario, nos hace esperar un poco, para que podamos practicar la valentía y la perseverancia.

Una vez, hallándome en el Monasterio Filoteo, un sacerdote me ordenó, al terminar las vigilias a la Madre del Señor, que llevara una carta al Monasterio Iviron. Después de eso, tenía que ir al muelle del monasterio y esperar a un anciano que esa misma tarde iba a venir en barco, para luego acompañarlo hasta nuestro monasterio, que quedaba a una hora y media de camino. Recuerdo que recién estaba terminando un período de ayuno. En aquel entonces, dividía el ayuno de la Dormición de la Madre del Señor en dos partes. No comía nada hasta la Transfiguración del Señor; pero, en ese día, el de la fiesta, sí comía un poco. Posteriormente y hasta la fiesta de la Dormición de la Madre del Señor, no volvía a comer nada. Así pues, aquella tarde, habiendo partido del monasterio a toda prisa, se me olvidó ponerme al menos un mendrugo de pan en el bolsillo. Cuando llegué al Monasterio Iviron, entregué la misiva que se me había encomendado y bajé hasta el muelle a esperar el barco. Este debía llegar alrededor de las cuatro de la tarde, pero se estaba demorando mucho. En un momento dado, me sentí mareado. A lo lejos vi que había un grupo de troncos puestos uno sobre otro en el suelo, largos y delgados como postes de telégrafo. Pensé: “Iré a sentarme un poco, no sea que me vea alguien en este estado y me pregunte qué me pasa.

Cuando me senté, me vino un pensamiento muy insistente, instándome a orar: “Santísima Madre de Dios…” con mi cuerda de oración. Pero en seguida me opuse con otro pensamiento, y me dije: “¡Ay de ti, miserable! ¿Realmente quieres molestar a la Madre de Dios con algo tan insignificante?”. Entonces, alzando la mirada, vi que delante de mí se hallaba un monje, quien llevaba en sus manos un pan redondo, un puñado de higos y un racimo de uvas.

“Toma esto”, me dijo, “para gloria de la Santísima Madre de Dios”. Y, en ese mismo instante, desapareció. Yo no pude sino echarme a llorar. Incluso aquel mareo y el hambre se desvanecieron. ¡Qué Madre tenemos! ¡Cuidar de nosotros hasta en las cosas más insignificantes! ¿Saben lo que significa esto?

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovniceşti, Vol. VI, Despre rugăciune, Editura Evanghelismos, București, 2013, pp. 86-87)