De cómo tenemos que proceder cuando el pecado llame a la puerta de nuestro corazón
Esta santa labor se puede realizar sin problemas, manteniendo despierta nuestra atención e invocando con frecuencia el Dulcísimo Nombre de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Todos los pecados llaman primero a la puerta de nuestro corazón y de nuestra mente, valiéndose del señuelo del pensamiento. Pero, si el hombre se mantiene con la guardia en alto, con una mente lúcida y atenta todo el tiempo, es capaz de destruir esos pensamientos al apenas verlos brotar, impidiéndoles llegar al interior de su ser. Y es que, si se les deja germinar allí, con el tiempo se convertirán en malas acciones.
Esta santa labor se puede realizar sin problemas, manteniendo despierta nuestra atención e invocando con frecuencia el Dulcísimo Nombre de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. La mente del hombre lúcido, quien mantiene su atención “encendida”, no solamente no teme el ataque de los pensamientos. ¿Sabes qué más hace? Incluso los atrae. Los deja acercarse un poco y, después, con su oración invoca a nuestro Señor Jesucristo, pidiéndole Su auxilio, con el cual pulveriza todos esos pensamientos como si los arrojara contra una roca.
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 196)