De la alegría espiritual y su relación con la virtud de la humildad
La felicidad espiritual, cuando es auténtica, permanece silenciosamente en el corazón y, mientras más la ocultamos, con más facilidad la podemos conservar.
A partir de mi propia experiencia como sacerdote, he visto cómo es necesario invertir la misma cantidad de tiempo enseñando qué es la contrición, que enseñando lo que es la felicidad. He aprendido que la alegría que nos pueden ofrecer los placeres de este mundo no constituyen la verdadera felicidad. Con todo, son muy pocos los ejemplos que tenemos hoy en día de esta gran verdad. Dicho esto, ¿cómo podemos formar a los demás en algo tan inusual? En lo que a mí respecta, no puedo ocultar que tiendo a enfadarme con facilidad, o que me quejo mucho, o que sigo juzgando a mis semejantes, pero ¿cómo demostrar las virtudes que no tengo? No quiero ser un obstáculo para mis feligreses. Sé bien que soy un mal ejemplo… ¿Qué puedo hacer?
—Su intuición es correcta, padre. Sin embargo, quisiera hacer énfasis en otro aspecto. ¿Cuántas veces no nos hemos llenado del gozo del consuelo espiritual, pero después lo hemos perdido debido a nuestra desatención? Por eso es que San Juan Climaco dice: “Acércate a Dios con toda humildad, y así podrás hablarle directamente”. En otras palabras, mientras más humildemente nos acercamos a Dios, con más atención y más equilibrio, más grande es el júbilo que recibimos de Éll. Eso sí, tenemos que estar atentos a no exagerar nuestra alegía y no vivirla a un nivel puramente psicológico, porque la terminaremos perdiendo.
Si cuando nuestra alma está llena de gozo espiritual, empezamos a hablar desmesuradamente y sin sentido, tratando de instruir a otros y evidenciar los dones que hemos recibido de Dios, indudablemente perderemos esa alegría y nuestra alma quedará vacía, desolada. La felicidad espiritual, cuando es auténtica, permanece silenciosamente en el corazón y, mientras más la ocultamos, con más facilidad la podemos conservar. Así las cosas, tenemos que actuar siempre sencillez y equilibrio, porque nuestros enemigos harán todo lo posible por asaltarnos. Dice San Juan Climaco, en su Escala, que cada virtud espiritual puede convertirse en una pasión, si no prestamos la debida atención a esto.
(Traducido de: Arhimandrit Zaharia Zaharou, Adu-ți aminte de dragostea cea dintâi (Apocalipsa 2, 4-5) – Cele trei perioade ale vieții duhovnicești în teologia Părintelui Sofronie, Editura Doxologia, Iași, 2015, pp. 205-206)