De la forma de alcanzar la devoción
El hombre sin devoción cae fácilmente en el error y el engaño, incluso en lo que se refiere a los dogmas.
¿Cómo alcanzar la devoción, padre?
—Los Santos Padres dicen que, para alcanzar la devoción, tienes que vivir o tener relación con personas que ya la tengan, y estar atento a la forma en que actúan. San Paisos el Grande, cuando le preguntaron: “¿Cómo hacer para obtener el temor de Dios?”, respondió: “Rodéate de personas que amen a Dios y tengan temor de Dios, para que también tú puedas alcanzar ese santo temor”. Desde luego, esto no significa que tienes que hacer, en lo exterior, lo que ves que hacen esas personas, sin sentirlo interiormente, porque eso no sería una devoción verdadera, sino un falso fervor. La mentira es repugnante. La devoción es la Gracia de Dios en el interior del hombre. Cualquier cosa que haga el hombre de fe, el devoto, lo hace porque así lo siente en su interior. Desde luego, en nuestro interior hay una devoción natural, pero si el hombre no la cultiva, viene el maligno y la arroja, con el olvido, a la indolencia y la impiedad. Sin embargo, con el comportamiento del hombre de fe, vuelve a despertarse la devoción en su interior.
Padre, ¿por qué solamente al hablar de la devoción, los Santos Padres dicen que, para alcanzarla, hay que relacionarse con alguien que sea devoto? ¿Por qué no dicen lo mismo de otras virtudes?
—Porque la devoción se transmite. Los movimientos y el comportamiento del hombre devoto se transmiten como el aroma (la fragancia de las flores), cuando, de forma natural, en el otro hay una buena intención y humildad. Y te diré algo más: si no tienes devoción, no tienes nada. El hombre de fe ve nítidamente lo que es santo, tal cual es en realidad, incluso sin poseer una gran formación intelectual. Y no se equivocará, por ejemplo, en algo que esté relacionado de los significados divinos. Es como un niño incapaz de pensar algo malo de su padre o de su madre, porque los ama, los respeta y ve con inocencia y claridad todo lo que hacen ellos. ¡Con mayor razón, entonces, si se trata de Dios, Quien no se compara con nada y es perfecto en todo! El hombre sin devoción cae fácilmente en el error y el engaño, incluso en lo que se refiere a los dogmas.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Cuvinte duhovnicești, vol.2: Trezvie duhovnicească, traducere de Ieroschimonah Ștefan Nuțescu, Ed. a 2-a, Editura Evanghelismos, București, 2011, pp. 143-144)