De la forma en que compartimos nuestros pensamientos con los demás y con Dios
No te sientas solo, ni tan siquiera por un instante. Si Dios ve desde antes qué es lo que quieres hacer, consúltale a Él sobre cualquier cosa que quieras emprender. Actuando así, te hallarás en una permanente relación con Él y podrás responder sin temor cuando debas rendir cuentas de todo lo que hiciste en tu vida.
Compartir tus pensamientos mundanos con otros significa que quieres imponerlos e imponerte, para ganarte la honra del mundo. Al contrario, cuando le revelas esos pensamientos a tu padre espiritual, lo haces para demostrar que los desapruebas y que quieres reforzar esa condena con la suya. Y así es como te libras de tales pensamientos.
Antes de hacer cualquier cosa, pensemos si es la voluntad de Dios y cuál es la verdadera razón y el verdadero motivo que nos induce a hacerla. Acostumbrémonos a hacer esto, ante Dios, en lo que respecta a cada cosa, cada palabra, cada encuentro, cada comida o descanso, cualquier cosa que nos dispongamos a hacer. No empecemos a hacer nada sin antes preguntarnos si corresponde o no con la voluntad de Dios, para no arrepentirnos después de haberlo hecho. En esto consiste dialogar con Dios. Hermano, no te dejes orientar solamente por esa “guía” personal que viene a tu mente. No te sientas solo, ni tan siquiera por un instante. Si Dios ve desde antes qué es lo que quieres hacer, consúltale a Él sobre cualquier cosa que quieras emprender. Actuando así, te hallarás en una permanente relación con Él y podrás responder sin temor cuando debas rendir cuentas de todo lo que hiciste en tu vida.
El hombre necesita reconocer sus pensamientos malos y egoístas, para poder librarse de ellos. Necesita la ayuda de otros, la fuerza y el juicio de los demás: la misma comunicación es un acto de humildad y de renuncia a la soberbia confianza en uno mismo.
(Traducido de: Alexandru Prelipcean, Spiritualitate creștină și rigoare științifică: notele de subsol ale filocaliei românești, volumul al II-lea, Editura Doxologia, 2013, pp. 21-22)