De la juventud y su característica indocilidad
Si desde la edad más frágil le enseñamos al niño a ceñirse a determinadas normas, cuando crezca no tendremos mayores problemas con él, porque la costumbre se habrá convertido en ley.
La juventud es, si me permiten llamarla así, una edad indómita; por eso es que requiere de muchos guías, maestros, pedagogos mentores y preceptores. Sin embargo, es grato lograr apaciguarla. La juventud es como un caballo salvaje. Pero, si desde la edad más frágil le enseñamos al niño a ceñirse a determinadas normas, cuando crezca no tendremos mayores problemas con él, porque la costumbre se habrá convertido en ley.
No debemos darle a nuestro hijo todo lo que le parece agradable, pero tampoco perjudicarlo, privándolo de lo que realmente necesita, ni simplemente consentirlo porque “es niño”.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Părinții și educarea copiilor, Ed. Agapis, 2010, p. 37)