De la lucha en contra del pecado del desenfreno
El anciano le dijo: “No le temas a la muerte, más bien huye de los vivos y concéntrate más en tu oración”.
Con respecto a los pensamientos lujuriosos, el abbá Ciro de Alejandría dijo una vez: “Si no tienes pensamientos de esa clase, tampoco tendrás la expectativa (de pecar). Pero puede que no tengas pensamientos, pero sí hechos. Y es que, quien no lucha con su mente en contra del pecado, tampoco se opone a él y termina pecando con su cuerpo. Porque el que peca con sus actos, no se detiene a pensar”. Entonces, el anciano le preguntó a su interlocutor: “¿Acaso sueles hablar con mujeres?”. Y respondió el otro: “¡No! Mis pensamientos son como viejos retratos. Lo que me atormenta son los recuerdos y la imaginación, en lo que a las mujeres se refiere”. Y el anciano le dijo: “No le temas a la muerte, más bien huye de los vivos y concéntrate más en tu oración”.
(Traducido de: Patericul, ediția a IV-a rev., Editura Reîntregirea, Alba-Iulia, 2004, p. 133)