De la perseverancia en la oración
Ten coraje y ora, en espíritu de contrición. Sé paciente hasta el final, tal como lo hicieron los mártires. También esta es una cruz que debes llevar.
No dejes de orar, aunque tu alma esté enfadada o se sienta inerte. Y aunque te parezca que oras con palabras que no entiendes, tú sigue orando. Porque los demonios sí que las entienden y huyen.
Ten coraje y ora, en espíritu de contrición. Sé paciente hasta el final, tal como lo hicieron los mártires. También esta es una cruz que debes llevar.
Si, por la misericordia de Dios, tu oración brota sola, sin mayor esfuerzo, y tu alma se siente rebosante de alegría, ¿cuál es tu mérito por ello? En las dificultades se demuestra cuán fuerte eres y cuánto amas a Dios. En la oración siempre hay una parte del esfuerzo humano.
Al principio es una labranza muy sacrificada. Pero, cuando viene la Gracia, todo se hace más fácil. Lo importante es cuidarse de no llegar a ser como aquel hombre del Evangelio, a quien se le perdonó mucho, pero él fue incapaz de perdonar a su deudores.
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Ține candela inimii aprinsă. Învățătura părintelui Serghie, Editura Sophia, București, 2007, pp. 122-123)