De las diferencias entre la oración particular y la oración colectiva
Uniéndonos así en esta Liturgia cósmica, en la cual todo glorifica a Dios, aprendemos la verdad evangélica de que no estamos solos, aislados, sino que estamos ligados unos a otros, que no nos podemos salvar solos, sino solamente en comunidad.
Si por su naturaleza o su esencia el culto puede ser interno o externo, por su sujeto o las personas que lo practican, puede ser:
- Individual, particular o personal, cuando es practicado por cada individuo por separado, independientemente de la sociedad religiosa a la que pertenezca.
- Público, social o colectivo, cuando es practicado por grupos enteros de personas, unidas entre sí o enmarcadas en la misma colectividad religiosa por medio de la identidad de la concepción o del sentir religioso y por las mismas formas de culto. Este es el culto oficial de la Iglesia, culto divino público o eclesiástico. Teniendo un carácter colectivo, es regido por determinadas normas generales y obligatorias para la entera comunidad religiosa, a diferencia del culto particular, que no es dirigido por esas reglas.
Así, el culto divino público se ejerce con la intervención del clero, los santificados oficiantes —es decir, las personas litúrgicas—, dispuestos o consagrados e investidos con el derecho y el poder gratífico de oficiar dicho culto, en tanto que el culto particular es algo que practica cada fiel por separado, sin ningún intermediario entre él y Dios.
El culto divino público se realiza en momentos determinados, en los días y las horas establecidas previamente, con carácter fijo y obligatorio para toda la comunidad de los fieles, en tanto que el culto particular se puede manifestar en cualquier momento, en cualquier tiempo, o en el instante en el que el individuo religoso siente la necesidad de orar a Dios o alabarlo.
El culto divino público se celebra usualmente en la iglesia, es decir, en los lugares destinados para la congregación y la oración colectiva de la comunidad de fieles, en tanto que la oración particular se puede hacer en cualquier lugar.
El culto divino público se celebra siguiendo una estructura establecida previamente, con formas y fórmulas verbales fijas, santificadas por la Iglesia y consignadas en sus libros de culto, formas que son respetadas por todos los oficiantes y todos los fieles, y que nos enseñan cómo orar a Dios, cómo agradecerle o cómo alabarlo. El culto particular no se halla sometido a tal clase de disposiciones o formas normativas.
En las fórmulas de expresión del culto particular predomina la espontaneidad, la improvisación individual o la inspiración momentánea del fiel, quien puede orar con las palabras que le vienen a la mente y la boca, según lo que siente, con las formas que encuentra más adecuadas. Así es como nacen las formas de culto de la piedad popular, de las cuales, algunas, a pesar de ser creación personal, con el tiempo se vuelven generales, adoptadas por grandes grupos de fieles, hasta ser acogidas por la entera colectividad religiosa.
La oración litúrgica enmarcada en el culto público va más allá de lo particular y el egoísmo, cultivando en los miembros de la comunidad que ora el sentimiento y la conciencia de la universalidad de la Iglesia de la cual somos parte. Su forma perfecta y consagrada nos enseña a pertenecer a la comunidad, a ver más allá de nuestras propias necesidades y nuestros propios intereses y a orar no solamente por los presentes, sino también por los ausentes, por los que están lejos y por todo el mundo.
Uniéndonos así en esta Liturgia cósmica, en la cual todo glorifica a Dios, aprendemos la verdad evangélica de que no estamos solos, aislados, sino que estamos ligados unos a otros, que no nos podemos salvar solos, sino solamente en comunidad.
(Traducido de: Pr. Prof. Univ. Dr. Ene Braniște, Liturgica Generală, volumul I, Editura Basilica, București, 2015, pp. 71-74)