Palabras de espiritualidad

De las formas de ese encuentro con Dios que es la oración

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

El camino hacia adelante es muy simple: paso a paso. Nosotros somos quienes complicamos las cosas con nuestros temores. Esta libertad nos permite ver todo a través del “prisma de lo divino”, con el cual todo parece milagroso.

El padre Alexander Meni subraya el hecho de que hay tres tipos de oración: de petición (“nuestra favorita”, agraga él), de confesión y de agradecimiento. Él remarca el hecho de que todas son buenas, solamente que en el “Padre nuestro” la petición no viene en primer lugar, sino la sumisión y la encomienda a Dios. Si logramos alcanzar esta oración, podremos descubrir la libertad, la libertad ante la necesidad de hacer una cosa u otra. El camino hacia adelante es muy simple: paso a paso. Nosotros somos quienes complicamos las cosas con nuestros temores. Esta libertad nos permite ver todo a través del “prisma de lo divino”, con el cual todo parece milagroso.

La Oración del Señor comienza con la invocación de Dios como Padre Celestial. ¿Qué significa esto? Que Él se halla en nuestra patria. A continuación, el padre Alexander nos demuestra la afirmación anterior, valiéndose de un poema de Lermontov, llamado El ángel, sobre un alma llevada en brazos por los ángeles para que pueda nacer en la tierra, poema del cual sobresale el cántico de los ángeles. Nosotros somos como húespedes aquí; no pertenecemos a este lugar, fuimos creados para que todo esto nos pareciera inconfortable: “nos golpeamos con el mundo y nos hiere”. Así, tenemos que apelar al Espíritu Santo, especialmente cuando estamos juntos. El padre Alexander recuerda el encuentro de los discípulos con Jesús Resucitado, y su saludo: “¡La paz esté con vosotros!”. Ese encuentro es posible cuando oramos. Y termina con una oración, introducida con las siguientes palabras: “Oremos así, para saber que Él se encuentra aquí, entre nosotros”. Con esto, la Palabra de Dios estará con nosotros. Nos la llevaremos a casa y vivirá en nosotros. Y, al final, podremos vivir en la luz y la esperanza. Nosotros, los fieles, somos hombres felices que no se benefician de su alegría; somos hombres ricos que no solo no reconocemos, sino que tampoco utilizamos nuestro tesoroAsí, hoy tenemos que lavar todo: los resentimientos, las frustraciones, las penas y las expectativas, los pecados y nuestras angustias. Presentémosle todas esas cosas a Dios para que nos fortalezca, porque esto es lo más importante.

(Traducido de: Pr. Andrew LouthGânditori ortodocși moderni. De la Filocalie până în prezent, traducere de Lucian Filip, Cristian Untea, Justin A. Mihoc, Editura Doxologia, Iași, 2017, pp. 598-599)