De las obligaciones y las elecciones del cristiano
Practicar la justicia es no juzgar o difamar a otro, y esto es algo obligatorio. Soportar pacientemente, con espíritu de sacrificio, las difamaciones, es algo recomendable, pero no obligatorio.
En el cristianismo, la justicia es un deber, y el sacrificio, una elección. Estamos obligados a actuar con justicia; pero, si queremos sacrificarnos, esto es algo voluntario. Por lo tanto, no se le puede imponer a nadie que se sacrifique.
Dicho de otra manera, si alguien te insultó, yo, basándome en la Ley de Dios, te puedo decir: “¡No se lo reclames, no lo lleves a juicio! ¡Deja que Dios se encargue de hacer justicia!”. Y esto constituiría un sacrificio. Estarías sacrificando un derecho que te pertenece, pero yo no puedo imponerte que lo hagas, solamente aconsejarte.
Practicar la justicia es no juzgar o difamar a otro, y esto es algo obligatorio. Soportar pacientemente, con espíritu de sacrificio, las difamaciones, es algo recomendable, pero no obligatorio. El sacerdote no te puede decir: “Si deseas defender tu dignidad frente a quien te calumnió, llevándolo a juicio, te denegaré el acceso a la Santa Comunión. Necesariamente tienes que sacrificarte y renunciar a entablar cualquier proceso legal”. Si alguien desea defenderse, no se le puede privar de ese derecho.
(Traducido de: Arhimandritul Epifanie Theodoropulos, Toată viața noastră lui Hristos Dumnezeu să o dăm, Editura Predania, București, 2010, p. 200)