De por qué debemos esforzarnos en cuidar nuestro corazón
“Sobre todas las cosas, vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida” (Proverbios 4, 23).
Ya que nuestro corazón es el centro de todo lo bueno y todo lo malo, no debemos descuidarlo en ningún momento, sino que tenemos que esmerarnos en estar siempre atentos a lo que sucede en él, atendiendo el mandamiento que se nos da en la Escritura: “Sobre todas las cosas, vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida” (Proverbios 4, 23).
Si ponemos nuestra mente como guardián a las puertas del corazón, y cuidamos de este con toda atención y temor de Dios, pronto se convertirá en manantial de la vida eterna, y si no, se hará fuente de la muerte. Porque, como bien dice el Señor, he visto que de él brota todo mal, es decir, los pecados y las pasiones, que son como “hechos muertos” y “clavos de la muerte” (I Corintios 15, 56; Romanos 6, 2; 10, 11; Colosenses 2, 20; Hebreos 9, 14).
La mejor forma de cuidar nuestra mente y nuestro corazón de todo mal pensamiento y de las pasiones que destruyen el alma, que manan de nuestro corazón, es la oración de la mente y del corazón, o, mejor dicho, la oración pensante del corazón, con la cual alcanzaron la santidad y la salvación muchísimos de los Santos Padres y los cristianos que han anhelado salvarse, no solamente en la antigüedad, sino también en los tiempos actuales y en los que habrán de venir.
(Traducido de: Arhimandritul Ilie Cleopa, Urcuș spre Înviere, Editura Mitropoliei Moldovei și Bucovinei, Iași, 1992, p. 217)