Palabras de espiritualidad

De un monje que enfrentaba al demonio con fe y valor

    • Foto: Stefan Cojocariu

      Foto: Stefan Cojocariu

Muchos no tenían otro camino que atender el consejo del anciano y se arrepentían.

Piadoso Joel el Monje, de la Ermita Pestera Ialomicioarei († 1940)

El padre Joel fue un monje muy virtuoso en la práctica de la oración y la obediencia. Originario de Avrig (Sibiu, Rumanía), a finales del siglo XIX vino a servirle a Cristo en la Ermita Pestera Ialomicioarei.

El principal trabajo espiritual del padre Joel fue la oración fortalecida con el ayuno. Toda su vida comió solamente una vez al día, y únicamente legumbres y verduras hervidas. Y si el maligno le tentaba, incitándolo a comer más temprano, él se condenaba a sí mismo, diciendo:

¡Más paciencia, miserable, si quieres hacerte monje! ¡No es el tiempo de comer, sino el de orar!

De día trabajaba en la ermita, repitiendo en silencio la “Oración de Jesús” y de noche velaba, leyendo el Salterio y haciendo postraciones. Después se tendía, intentando dormir un poco. Pero, inmediatamente venía el maligno y le molestaba con toda clase de figuraciones. Si no, llamaba insistentemente a la puerta de su celda, diciéndole:

¡Padre Joel, salga que le llama el stárets!

Otras veces entraba en la celda con apariencia de mujer, y le decía:

Padre Joel, he venido a verte. ¿Me reconoces?

Pero, el buen monje, entendiendo las artimañas del astuto maligno, lo apartaba con esta oración:

—“Levántese Dios, Sean dispersados sus enemigos y huyan de Su Presencia los que le aborrecen...”

Después, agregaba;

¡Vete de mi celda, demonio! ¡Que la Santa Cruz te golpee!

Y el peligro desaparecía.

Durante un tiempo, el padre Joel administró la Ermita Peştera, y era para todos un ejemplo de bondad, humildad y obediencia. Y, debido a su forma de vida tan virtuosa, recibió el don del discernimiento. Así, podía distinguir con facilidad qué pasión atormentaba a cada persona. Cuando alguien se le acercaba, le aconsejaba:

Hermano, mejor renuncia a tu pecado... (y le decía de qué pasión se trataba). ¡He visto cómo te somete el demonio!

Atónitos, muchos no tenían otro camino que atender el consejo del anciano y se arrepentían.

Tal fue la vida del padre Joel en la Ermita Pestera, durante más de 40 años. Y del mismo modo descansó en el Señor, siendo hallado muerto en su celda, con el Salterio a un lado.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 538-539)