Diez cosas que los niños necesitan oir de sus padres
“¡Te amo!”. No es suficiente sentirlo, sino que debemos decírselo una y otra vez. Mientras más les digamos esto, mientras más se escuchen estas palabras en nuestra casa, más bella se hará nuestra vida. La base de la autoestima del niño está en ese “te amo” expresado con palabras y hechos, sobre todo por parte de sus padres.
Las palabras y frases que debemos utilizar cada día —sistemáticamente y en función de las circunstancias— para consolidar la confianza en sí mismos y el respeto personal en los niños, así como el invaluable sentimiento de vinculación y comunión familiar, son las siguientes:
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“¡Te lo agradezco!” Aunque parezca redundante explicarlo, ¿cuántas veces les agradecemos a nuestros hijos cuando nos ayudan? “Te agradezco por ayudarme a servir la comida”, “Te agradezco porque encontraste eso que se me había perdido”, etc.
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“Cuéntame más” Esta es una expresión clave para crear una relación directa, sin críticas e indicaciones. Ofrece, además, luz verde para que el niño comience a hablar con soltura, abra su corazón y cuente qué es lo que le preocupa, desde la tabla de multiplicar que aprendió hoy, hasta lo colorida que era la bufanda de su profesora esta mañana. En realidad, lo que importa no es lo que cuente, sino que se sienta cómodo charlando con naturalidad sobre sus actividades diarias y desarrolle una comunicación cada vez más fluida.
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“¡Tú puedes!” Estas palabras deben ser como un sello, reflejando nuestra confianza en sus capacidades. El impulso de los padres es eso que hace la diferencia cuando el niño necesita ser estimulado para continuar con su esfuerzo, para intentar algo nuevo, para dar el primer paso, para vencer cualquier adversidad.
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“¿Cómo puedo ayudarte?” Nuestra rapidez en ayudarle (atención: en ayudarle, no en hacer lo que a él le corresponde) le ofrece un sentimiento vital: saberse apoyado. Se acostumbra, de igual forma, con un comportamiento generoso, que puede adoptar con otros de su misma edad.
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“Venga, ayudemos todos...” Al limpiar la casa, ordenar el dormitorio o cuidar el jardín. ¿Acaso hay otra manera más bella de enseñarle a los hijos la importancia del trabajo en equipo, de forma que toda actividad sea más eficiente, simple y rápido?
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“¿Qué te parece si nos damos un abrazo?” Es el modo más dulce, directo y excepcional de demostrar ternura, apoyo, amor... Puede que, una vez crezcan, tendremos que cambiar nuestra manera de demostrarles ternura. Talvez querrán un abrazo más largo, un beso en la mejilla o un simple y breve lanzarse a nuestros brazos...
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“Por favor” Una expresión clasíca que sobrevive a los tiempos, cuando le pedimos algo a nuestro hijo. Detrás de ella se encuentra una delicadeza elemental, algo que nuestro hijo aprende precisamente de nosotros. ¿Si utilizamos esta fórmula de respeto con otros, por qué no habríamos de hacerlo con nuestros propios hijos?
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“¡Bravo, lo lograste!” Semejante compensación, por parte de un padre satisfecho, ofrece confianza al niño para movilizar sus capacidades y abrirse a nuevos retos. Atención, esto debe decirse solamente cuando lo sentimos y para felicitar un esfuerzo concreto. Si lo enunciamos fácilmente por cualquier cosa, pierde su valor.
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“Es tiempo para...” Sueño, estudio, descanso, apagar el televisor. Es muy importante que exista un medio constante en cuyo interior cada niño ejerza su rol y es deber de los padres ofrecerlo y mantenerlo, en especial cuando los niños son aún pequeños.
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“¡Te amo!” No es suficiente sentirlo, sino que debemos decírselo una y otra vez. Mientras más les digamos esto, mientras más se escuchen estas palabras en nuestra casa, más bella se hará nuestra vida. La base de la autoestima del niño está en ese “te amo” expresado con palabras y hechos, sobre todo por parte de sus padres.