Palabras de espiritualidad

Dios, que conoce bien lo que hay en nuestros corazones…

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

No tenemos que tratar de sopesar la santidad de nuestros semejantes con una balanza humana, porque solo Dios puede ver lo que hay oculto en cada persona, como el Conocedor de los corazones que es.

La ascesis practicada con discernimiento, unida a la humildad y al amor, santifica rápidamente a la persona, incluso sin la necesidad de un gran esfuerzo físico.

Cuanto más avanza alguien en la vida espiritual, examinándose a sí mismo, más se le abren los ojos del alma y discierne mejor sus errores y las muchas bendiciones de Dios. De este modo, el hombre se hace humilde y se minimiza interiormente, atrayendo así la Gracia de Dios y la iluminación divina, con cuya venida adquiere mucho más discernimiento.

Dios no ayuda al hombre que es muy sensible y generoso a conocer desde el principio ni su pecaminosidad ni los muchos beneficios que Él le concede, para que no caiga en desesperanza. Al contrario, se lo va revelando paulatinamente, a medida que el hombre avanza y se fortalece en lo espiritual. De igual forma, Dios no ayuda al orgulloso a vencer sus pasiones, para que no se vuelva aún más soberbio. Solamente cuando es capaz de sentir repugnancia de sí mismo, debido a sus incontables caídas, y reconoce su debilidad, haciéndose humilde, la Gracia de Dios se le acerca, para ayudarlo a subir los peldaños de la vida espiritual de dos en dos.

Por eso, no tenemos que tratar de sopesar la santidad de nuestros semejantes con una balanza humana, porque solo Dios puede ver lo que hay oculto en cada persona, como el Conocedor de los corazones que es. 

(Traducido de: Cuviosul Paisie AghioritulEpistole, Editura Evanghelismos, pp. 144-145)