Dios se goza y habita en aquel que se arrepiente
El arrepentimiento está siempre abierto para el que peca. Lo único que desea Dios es la confesión de nuestras faltas, para que todo termine bien.
El Sacramento de la Confesión es el más grande y bendito Misterio que nos fuera dejado, porque nos prepara bien para el cielo. Ningún pecado de este mundo podría quedar sin perdón para el que se arrepiente, por el amor de Dios, que acepta esa contrición. Dios se goza y habita en el que se arrepiente, sin contar cuán pecador sea. El arrepentimiento está siempre abierto para el que peca. Lo único que desea Dios es la confesión de nuestras faltas, para que todo termine bien. Por medio de la humildad viene la Confesión, que trae la pureza y la pureza conlleva la misericordia de Dios.
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, Editura Egumeniţa, p. 83)