Te preocupa cómo ofrecerle a tus hijo una educación cristiana, y así es como expresas tu inquietud: “He observado, en mi experiencia cotidiana, que no soy lo suficientemente firme para cumplir con esta responsabilidad, y me siento incapaz de formar un alma a imagen y semejanza de las enseñanzas divinas." Esta última idea es una exageración, porque todo esto implica más el trabajar junto a Dios, aunque basta con que eduques a tu hijo en el santo temor, que lo formes bajo directrices ortodoxas y que lo aconsejes correctamente, alejándolo de toda doctrina ajena a la Iglesia Ortodoxa. Cualquier cosa buena que siembres en el alma de tu hijo, fructificará cuando alcance la mayoría de edad, después de superar las pruebas que supone la escuela, especialmente esas que perjudican los brotes de la buena crianza cristiana recibida en casa.

(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul, Editura Sophia, București, 2011, p. 96)