Palabras de espiritualidad

Educando a nuestros hijos con el ejemplo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

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Si hay paz, serenidad, amor y comprensión en la famila, el niño adquirirá una experiencia espiritual normal. Pero si en la casa lo que hay son peleas, discusiones y una tensa rivalidad entre los padres —en otras palabras, cualquier manifestación de la ausencia de amor—, el niño sufrirá heridas espirituales que necesitarán tratamiento durante toda la vida, aunque su completa curación sea incierta.

Somos malos padres, padres indiferentes. También las mujeres han dejado de aprovechar los meses del embarazo para comenzar la educación, no sólo de orden espiritual, sino también moral. Y luego nos sorprende lo que llegan a ser nuestros hijos. Pero su comportamiento es, de alguna manera, consecuencia de la educación que les hemos dado. Porque no se educa moralizando. Si hay paz, serenidad, amor y comprensión en la famila, el niño adquirirá una experiencia espiritual normal. Pero si en la casa lo que hay son peleas, discusiones y una tensa rivalidad entre los padres —en otras palabras, cualquier manifestación de la ausencia de amor—, el niño sufrirá heridas espirituales que necesitarán tratamiento durante toda la vida, aunque su completa curación sea incierta. De esta manera y debido a nuestra insensatez, podemos llegar a destruir a nuestros propios hijos.

Mas nuestro Señor puede, de una manera extraordinaria, sacar al hombre de las miasmas de una educación equivocada, obrando para ello un milagro. Por eso, las madres que no han sabido utilizar su tiempo para ofrecer una educación verdadera a sus hijos, no deben perder el que aún les queda, centrándose en el arrepentimiento y la oración, para que el Señor obre aquel milagro y saque hijos de Abrahán de estas piedras.

(Traducido de: Cum să educăm ortodox copilul, Editura Sophia, București, 2011, p. 73)