Palabras de espiritualidad

El alimento del alma

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

Es más juicioso el retoño que corre impacientemente a los brazos de su madre para alimentarse de su amor y afecto —que son dulcísimos—, que nosotros, los mayores, que no deseamos unirnos a Dios por medio de la oración, a la que muchas veces consideramos una carga.

El alma que aún se deja impresionar por las bellezas materiales, demuestra que todavía vive la vida insustancial, por eso se siente atraída por lo creado y no por el Creador, por la arcilla y no por Dios. Y no importa si esa arcilla es pura o el fango del pecado, porque el hombre se hace pariente con el Espíritu de Dios, y en espíritu se une a Dios por medio de la oración. El ensimismamiento favorecido por la vida hesicasta (en lo solitario) ayuda mucho a la oración, gracias a todos sus recursos. La misma serenidad de la soledad es ya una oración silenciosa, que nos ayuda mucho al querer elevar nuestras plegarias, haciéndose como la respiración para el hombre. La oración sumada a la vigilia alimenta el alma, otorgándole la lucidez espiritual y protegiéndola como una madre a sus hijos. Desde luego, es más juicioso el retoño que corre impacientemente a los brazos de su madre para alimentarse de su amor y afecto —que son dulcísimos—, que nosotros, los mayores, que no deseamos unirnos a Dios por medio de la oración, a la que muchas veces consideramos una carga.

(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Epistole, Editura Evanghelismos, p. 110-111)