Palabras de espiritualidad

El alma del hombre después de morir

  • Foto: Oana Nechifor

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Pidámosle a Dios que nos dé un buen final, para que la muerte no nos encuentre sin habernos confesado.

Esforcémonos, con amor a Dios, en hacer lo que es bueno. Después de morir ya no hay posibilidades de luchar por la salvación. Con la muerte, la puerta se cierra. Hagamos todo lo que podamos, mientras nos quede una chispa de vida, porque después de morir ya no es posible hacer nada. Ahí en donde nos encuentre la muerte, ahí mismo nos llevará.

Pidámosle a Dios que nos dé un buen final, para que la muerte no nos encuentre sin habernos confesado. Porque, si la muerte encuentra a la persona sin confesarse, es como si muriera sin haber sido bautizada, si cometió algún pecado mortal. No hay nada que pueda ayudarle entonces. Ni la Iglesia podrá sacarla (del infierno) con sus oraciones. Porque no se preocupó, cuando aún tenía tiempo, en purificar su alma con el verdadero arrepentimiento, la oración sincera y las demás virtudes.

(Traducido de: Ne vorbește părintele Cleopa II,  Editura Mănăstirea Sihăstria, 2004, p. 40)