Palabras de espiritualidad

El amor de la Virgen por su Hijo y por cada uno de nosotros

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

¡Amado hermano, acude, en cualquier necesidad, al auxilio y el consuelo de la Santísima Madre de Dios!

Ninguna criatura ha amado tanto a nuestro Señor Jesucristo, como Su Santísima Madre. Esto, por dos razones: en primer lugar, por haberle dado a luz sin conocer varón y, en segundo lugar, porque fue su único Hijo. Por eso, su amor por Él permaneció incólume a través del tiempo. Si este Hijo de Dios y amado Hijo de la Virgen dio toda Su vida y todo Su ser por nosotros, los pecadores, y nos dio también a Su Madre para que fuera la nuestra, nuestro consuelo y gran intercesora por nuestra salvación, ¿cómo y por qué no habría ella de ayudarnos, interviniendo ante Su Hijo amado?

¡Por eso, amado hermano, acude, en cualquier necesidad, al auxilio y el consuelo de la Santísima Madre de Dios!

Tu esperanza y el valor que muestres ante ella constituyen una gran riqueza, felicidad y salvación indudable. Y esa esperanza y ese valor te procurarán los dones celestiales y la misericordia que necesitas.

(Traducido de: Nicodim Aghioritul, Războiul nevăzut, Editura Egumenița, Galați, p. 151)