El amor no castiga
Por causa de nuestros pecados, la Gracia del Señor se aleja de nosotros y caemos bajo el dominio de los demonios.
Dios es Amor. Él no castiga a nadie. El amor no puede castigar. Cuando erramos, nosotros mismos nos castigamos. ¿Cómo? Por causa de nuestros pecados, la Gracia del Señor se aleja de nosotros y caemos bajo el dominio de los demonios.
La palabra “castigo” tiene el siguiente sentido: los padres castigan a su hijo para corregirle, para que sea honesto y para que tenga un alma pura (y no fume, no maldiga, no beba, etc.). Si el hijo entiende el propósito de la reprimenda, le irá bien en la vida. En caso contrario, tendrá una vida tumultuosa: si se lía a golpes con otros o se le ocurre robarse algo, terminará en la cárcel. Es decir, él mismo se habrá castigado.
(Traducido de: Îndrumar creștin pentru vremurile de azi. Convorbiri cu Părintele Ambrozie, volumul I, Editura Sophia/Cartea Ortodoxă, București, 2008, pp. 64-65)