El amor que emblandece los corazones de los hombres
Si practicamos todas las virtudes, pero no amamos a nuestro hermano, no hemos hecho nada. ¡Somos un cero, nada! ¡El amor, hermanos míos, el amor es lo que Dios pide de nosotros!
El cristiano que ama a todos sus semejantes y, ante todo, perdona a quienes le han hecho el mal, merece recibir la recompensa divina. Porque si practicamos todas las virtudes, pero no amamos a nuestro hermano, no hemos hecho nada. ¡Somos un cero, nada! ¡El amor, hermanos míos, el amor es lo que Dios pide de nosotros!
El anciano Porfirio decía: “Cristo vive en las almas de los verdaderos cristianos, y estos no pueden sino amar a todos sus semejantes, incluso a sus enemigos”. Mientras en nuestro endurecido corazón no more Cristo, no podremos hacer nada. Seguiremos siendo como embarcaciones sin combustible en el motor. Presentémonos ante Cristo con amor, y nuestro corazón saltará de gozo.
(Traducido de: Arhiepiscopul Andrei Andreicuț, Mai putem trăi frumos? Pledoarie pentru o viaţă morală curată, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2004, p. 39)