El amor te hace llegar a donde nunca hubieras creído que podías llegar
Como personas nos protegemos, no nos exponemos. Solamente el amor nos hace exponernos, porque cree en los milagros. O no le importan las consecuencias.
Un gran escritor cristiano, Agustín de Hipona, nos dejó estas palabras: “¡Ama y haz lo que quieras!”. No son difíciles de entender, aunque a primera vista pudiera parecer que limitan las obligaciones del cristiano a casi nada.
Pero ¿es que aquel que ama a su semejante sería capaz de hacerle daño alguna vez? ¿O mentirle? ¿O traicionarlo? ¿Sería capaz de perjudicarlo, si en su interior no obra otra ley que la del amor, basada en la fe y la esperanza?
Nunca. Por eso, esas palabras: “Ama y haz lo que quieras” expresan la libertad que te da el amor. La libertad sin límites, pero ordenada por un criterio de precisión micrónica, cierto.
El amor nace de la fe y la esperanza. Solamente cuando nace de ambas virtudes es auténtico y obra milagros. Es capaz, entonces, de sacrificarse, de enfrentar cualquier riesgo para hacer bien a otros, para consolar un sufrimiento.
La compasión nace del amor. No es un sentimiento puramente humano. Es divino. Como personas nos protegemos, no nos exponemos. Solamente el amor nos hace exponernos, porque cree en los milagros. O no le importan las consecuencias. El amor se irradia por sí mismo. Quien pueda entender esto habrá alcanzado el amor.
(Traducido de: Mitropolitul Antonie Plămădeală, Tâlcuiri noi la texte vechi, Editura Sophia, București, 2011, p. 377)