El autocontrol es muy importante cuando ayunamos
Para poder llevar una vida espiritual hermosa, debemos alcanzar el autocontrol. Esto es aplicable especialmente al ayunar.
Para poder llevar una vida espiritual hermosa, debemos alcanzar el autocontrol. Esto es aplicable especialmente al ayunar. San Gregorio Palamás nos recuerda que el autocontrol nos es presentado aún desde los tiempos de Adán y Eva. “La ausencia de autocontrol es, de hecho, un pecado muy antiguo, pero también muy común a nuestros tiempos. Sin embargo, su remedio es el ayuno. Debido a la desobediencia de nuestros padres primordiales, Adán y Eva, al mundo entraron el pecado y la muerte. El pecado empezó a dominar al hombre y fue así como aparecieron también los castigos de Dios”. La falta de autocontrol trajo también el gran diluvio, la destrucción de Sodoma y la muerte de los hijos de Elí.
Continúa San Gregorio, diciendo: “El diluvio anegó el mundo entero, debido al egocentrismo de los descendientes de Adán. En esos días, Dios le dijo a Noé: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne.» (Génesis 6, 3). Los hombres que son sólo carne son insaciables, voraces, ebrios, desenfrenados”.
El profeta Ezequiel dice: “Cuál fue el pecado de tu hermana Sodoma? Era orgullosa, comía bien y vivía sin preocupaciones, ella y sus hijas no hicieron nada por el pobre y el desgraciado. Se volvieron arrogantes, hicieron lo que me desagrada, por eso las hice desaparecer como tú lo has visto.” (Ezequiel 16, 49-50) “Que no haya ningún inmoral, impío como Esaú, que por un guiso entregó sus derechos sagrados de hijo mayor.” (Hebreos 12, 16)
El beneficio del ayuno es el autocontrol que lleva a la obtención de otras virtudes grandes. Cuando el rico del Evangelio se dice a sí mismo: “Alma mía, tienes aquí muchas cosas guardadas para muchos años; descansa, come, bebe, pásalo bien.” (Lucas 12, 19), el infortunado se hace digno del fuego del infierno.
San Gregorio nos alienta, diciendo: “Seamos, hermanos, equilibrados, ayunando, cuidando de nuestras almas, sometiéndonos a la voluntad de Dios y siendo fuertes en la fe, indiferentemente de las tentaciones y problemas que puedan sobrevenirnos, porque sólo así podremos alcanzar la salvación”.