El ayuno de Navidad del anciano Tikón
Esto era lo que comía el anciano, aunque muchos le recriminaban absurdamente que estaba comiendo sopa de pescado.
Cada año, en el ayuno de la Navidad, el padre Tikón compraba un arenque, intentando que le alcanzara para todos los días en los que se puede comer pescado, hasta la fiesta del Bautismo del Señor.
Pero nunca tiraba la columna vertebral del pescado, sino que la ataba con un hilo y, cada vez que venía alguna festividad importante o alguna celebración dedicada a la Madre del Señor —con licencia para comer pescado—, hervía un poco de agua en una lata de conservas, sumergía por unos minutos los huesecillos en el agua, para darle un poco de aroma y sabor, y después agregaba un puñado de arroz. Esto era lo que comía el anciano, aunque muchos le recriminaban absurdamente que estaba comiendo sopa de pescado.
Luego ataba nuevamente la columna del arenque a un clavo en la pared, hasta la siguiente festividad. Cuando, con el paso del tiempo, la columna se decoloró por completo, al padre no le quedó otra que arrojarla a la basura.