El camino al Reino de los Cielos es angosto y espinoso
Algo tenemos que sufrir por nuestros pecados, si no aquí, en la vida eterna. Solamente que en la vida eterna las tribulaciones son mucho más atroces. ¡Que el Señor nos libre de ellas, con Su don y Su amor a la humanidad!
Seamos valientes y soportemos las ofensas, porque algo tenemos que sufrir por nuestros pecados, si no aquí, en la vida eterna. Solamente que en la vida eterna las tribulaciones son mucho más atroces. ¡Que el Señor nos libre de ellas, con Su don y Su amor a la humanidad!
Si no soportamos las aflicciones, y también si las soportamos, pero lamentándonos, enfadándonos, renegando, riñendo y discutiendo, ¿de qué paciencia estamos hablando? Se trata, en todo caso, de el enraizamiento del mal en nosotros, de la ira que pervive en nuestro corazón, que es el origen de nuestro orgullo. Luego, no tiene que asombrarnos el hecho de que el monje soporte sufrimientos totalmente desconocidos para el resto del mundo. El camino al Reino de los Cielos es angosto y espinoso, y es el mismo que nuestro Señor y Salvador del mundo recorrió el primero.
(Traducido de: Ne vorbesc Stareții de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, 2007, p. 194)