Palabras de espiritualidad

El camino es arduo, sí, pero no estamos solos en él

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

«No se te ocurra pensar: “Bien, he llegado a un punto en el que puedo empezar a ralentizar mi esfuerzo”. Mejor pregúntate para qué estás aquí y por qué no haces nada».

Jamás pienses: «¡Listo, me he esforzado suficientemente, ahora puedo descansar!». Semejante comodidad y fatiga representan el primer enemigo. El pensamiento, a pesar de ser limitado y débil, es siempre el más traidor más astuto, porque les abre la puerta a los enemigos. Quien se reconcilie con su propio pensamiento, caerá. Esto es algo que observaron los Santos Padres, y por eso le repetían constantemente a cada principiante: «No se te ocurra pensar: “Bien, he llegado a un punto en el que puedo empezar a ralentizar mi esfuerzo”. Mejor pregúntate para qué estás aquí y por qué no haces nada». ¡En otras palabras, dirigiéndote al Señor, pídele que te ayude a retomar tu camino a la salvación, y comienza cuantas veces debas hacerlo! Sí, hermano, empieza una y otra vez, esmerándote, sin pensar en ser indulgente contigo mismo, sino manteniendo en mente la idea de que este camino de trabajo y sacrificio durará hasta la muerte, y que en ninguna parte hallarás alivio, sino esfuerzo y más esfuerzo.

(Traducido de: Sfântul Teofan ZăvorâtulViaţa lăuntrică, Editura Sophia, București, 2000, p. 94)