El corazón de la Divina Liturgia
Este es el corazón de la Divina Liturgia, porque es el momento en el que el Espíritu Santo desciende sobre los Santos Dones, que se transforman en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
En la Santa Epíclesis, cuando tiene lugar la invocación del Espíritu Santo, el sacerdote eleva sus manos, después hace tres postraciones y llama al Espíritu Santo, diciendo: “Señor, Tú que en la tercera hora enviaste Tu Santísimo Espíritu a Tus Apóstoles, no lo apartes de mí, sino que renuévalo en quienes elevamos nuestras plegarias a Ti”. Después hace otra postración y vuelve a elevar las manos, invocando al Espíritu Santo tres veces. Cuando termina de hacer esto, se dirige al divino Cordero (Agnets) y al Santo Cáliz, y dice: “Y haz de este pan el cuerpo precioso de Tu Cristo, Amén. Y de lo que está en este cáliz, la sangre preciosa de Tu Cristo, Amén”. Y, bendiciéndolos, agrega: “Transformándolos con la virtud de Tu Santo Espíritu, Amén, amén, amén”. Posteriormente, el sacerdote permanece de rodillas y ora por el mundo entero junto con todos los presentes.
Este es el corazón de la Divina Liturgia, porque es el momento en el que el Espíritu Santo desciende sobre los Santos Dones, que se transforman en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
(Traducido de: Arhimandrit Ilie Cleopa, Ne vorbește Părintele Cleopa, ediția a II-a, vol. III, Editura Mănăstirea Sihăstria, Vânători-Neamț, 2004, pp. 103-104)